La
Inmaculada Concepción y San Juan de la Cruz:
La
devoción a los Patronos de La Carolina en la época fundacional
Juan M. Patón Crespo
NOTA: Este artículo fue escrito para el programa de fiestas de la Hermandad de 2018
La
Inmaculada Concepción.
La Virgen María en el misterio de su Purísima Concepción es
oficialmente titular de nuestro templo desde el día 9
de Julio de 1769, fecha en que el Vicario francés Don Juan Lanes
Duval bendice solemnemente nuestra parroquia,
bajo el patronazgo y advocación de La Inmaculada Concepción y San
Carlos. Tal y como señala Olavide:
[...]
aquella Iglesia se bendijo por el Vicario, con la facultad del
Obispo, y bajo la advocación de Virgen de la Concepción y San
Carlos […]. Miguel
de Ondeano explica que la Iglesia se bendice con el nombre de la
Inmaculada Concepción […] por
ser la Patrona
de esta colonia
y la tutelar de todas sus Iglesias […]. La
advocación y patronazgo de San Carlos sobre el templo se debe
únicamente, tal y como explica el Intendente, al nombre del monarca,
fundador del templo parroquial:
[…] San Carlos, declarado Patrono
de esta Iglesia,
con respecto al augusto nombre del Rey su fundador [...]
De
esta manera, la
Inmaculada se suma al patronazgo de La Peñuela, hoy La Carolina, que
desde el siglo diecisiete y hasta nuestros días ostenta San Juan de
la Cruz.
El vicario se referirá así a la devoción que suscita el Patrón de
los carolinenses:
[…] se profesa una singular devoción, por los continuos prodigios
que a intercesión de aquel como Patrono
de este territorio,
obra la Divina clemencia a favor de estos Pueblos[...]
Para
representar a la Patrona de La Carolina, la intendencia costea la
hechura de una imagen de la Inmaculada Concepción. La escultura,
realizada en Jaén, llega a La Carolina el 21 de julio de 1770. Su
emplazamiento definitivo vendrá de la mano de la primera obra de
ampliación de la parroquia. El vicario bendice la nueva capilla
mayor el 14 de agosto de 1772, [...] habiendo
colocado en su Camarín una peregrina Imagen de talla de la soberana
emperatriz de Cielos y Tierra María Santísima en el misterio de su
Concepción Inmaculada Patrona de esta Iglesia, como lo es de toda
nuestra España […].
Las
acusaciones que Fray Romualdo de Friburgo eleva al Santo Oficio
contra Lanes Duval arrojan valiosos datos sobre el culto tributado a
la Inmaculada en los primeros años de existencia de la colonia. Fray
Romualdo culpa al vicario de intentar erradicar la devoción de los
colonos a los santos Patronos de La Carolina:
[…] el mismo ha
ayudado a quitar la veneración debida a los Santos, quitando de la
iglesia unas señales de gracias recibidas, y puestas a las imágenes
de la Inmaculada Concepción, y de San Juan de la Cruz; como esto
saben los sacristanes, y los curas […].
Juan
Lanes Duval procura defenderse y en un extenso oficio dirigido al
Santo Oficio,
con fecha 11 de Junio de 1776, explica que: […] en
esta Iglesia una hermosa talla de la Concepción, en un Camarín
elegante y de buen gusto, a la cual se da el mayor culto pues en
todos los misterios y festividades de la Reina de los Cielos, aunque
no sean fiesta de precepto, se canta una Misa Solemne, y muchas
veces, se ha revestido en ellas, de diácono o subdiácono dicho
Padre, recorra su memoria, no me hará mentir. […]. El
vicario continua en su declaración explicando cómo se celebraban
los cultos en su festividad: […]
En los días Solemnes de [...] Concepción y Asunción de María
Santísima, se cantan las primeras y segundas vísperas, y la hora de
tercia antes de la Misa Mayor en que se manifiesta el Santísimo
Sacramento […]
En esta Iglesia se canta una misa mayor todos los días en la octava
de la concepción en sus días conocidos por ser en este misterio su
Patrona titular; lo que decía este año en que he publicado el Breve
de Su Santidad expedido a instancia de la devoción del Rey nuestro
Señor para que el Santo y Augusto Sacramento del Altar se pusiera en
esta octava del corpus y se continuara en lo futuro. […]
Prosigue
el Vicario explicando como se reza en nuestra parroquia la salve y el
rosario: […] No
será tampoco devoción, a María Santísima, para este dicho padre
el que todos los sábados del año desde el de 1769, se cante
solemnemente en esta y en todas las demás Iglesias de estas
Poblaciones la Salve Regina con su oración, y con rito solemne, lo
que no ha tenido variación alguna desde que pasé la correspondiente
orden, el nueve de Julio de dicho año 69, a todos los capellanes
renovándola el 3 de Julio de 1771, en que les participé y avisé
publicasen haber concedido este Ilustrísimo Señor Obispo de Jaén
40 días de Indulgencia a los fieles, cada vez que asistan a dicha
Salve que se canta después del toque de oraciones, al que ha
asistido muchísimas veces el mismo Padre […]
Del Rosario que dice no rezarse ni una vez en esta Iglesia no
extrañaría sea tan poco instruido porque nunca lo he visto asistir
a esta devoción que se entabló en esta Iglesia y feligresía merced
de la orden que de ello pasé el 29 de Julio 1769 a los entonces
capellanes de este sitio Don Teodoro de Araujo y Don Fernando de
Aguilera, la que ha tenido algunas temporadas de interrupción cuando
se estaba haciendo la Iglesia nueva, y las malas noches de invierno,
pero que se ha repuesto y sigue generalmente y con exactitud en los
demás templos […]
Este valioso documento desvela la
existencia de dos ventanas en el camarín de la Purísima, hoy
cegadas: […] ha visto muchas veces recibir y arder delante de la
Imagen de María Santísima en días festivos, y aun de trabajo,
velas ofrecidas por los fieles y que presenció y firmó un arreglo y
expediente de ciertas ofertas y oblaciones pías, que acordamos
convertir en dos cortinas de tafetán carmesí para el camarín, las
que quedan puestas a sus dos ventanas en testimonio de la verdad.
En
1773 la Imagen de nuestra Patrona sale por vez primera a las calles
de La Carolina en solemne procesión de rogativa para impetrar
del Altísimo la lluvia tan necesaria para nuestros campos. El
Vicario Lanes Duval, testigo de excepción, nos cuenta como se
desarrolló la procesión:
[…] con motivo de haberse en el año de setenta y tres por la
calamidad de dicho año dispuesto el declarante se sacase Procesión
de rogativa para implorar de la Divina Misericordia la lluvia de que
había necesidad; la que tuvo efecto, y a ellas concurrió dicho
Señor Don Pablo, y se verificó el efecto a la hora de haberse
restituido la Imagen de la Purísima Concepción, a la Iglesia […].
Contamos
con otro testimonio de esta primera procesión. Es la defensa que
realizan los empleados de las nuevas poblaciones ante el Santo Oficio
en favor de Olavide. En ella reseñan que el Superintendente:
[...] acompañaba a las procesiones públicas con la mayor
dignidad, y el día que se sacó por las calles a la Virgen de la
Concepción, nuestra Patrona, para implorar por su auxilio el socorro
del agua que necesitaban los trigos de estos campos, ahora tres años,
estuvo tan fervoroso y calificó para todos los que le conocían de
tal suerte su amor a la sólida virtud, que sus ojos parecieron dos
torrentes de lágrimas durante la procesión.
Parece,
no obstante, que a Olavide debió de durarle poco el
“fervor” y el “amor
a la sólida virtud”. El
Vicario vuelve a organizar al año siguiente de 1774 una procesión
de rogativa con la imagen de la Patrona, en súplica de lluvia.
Olavide, ausente de La Carolina, se entera de a su regreso de la
realización de esta rogativa y los “torrentes de
lágrimas” que refieren sus
empleados se trocan en un monumental enfado contra Ondeano, por no
haber prohibido la procesión. Pero dejemos que nuestro Vicario,
testigo de los hechos, lo explique de su puño y letra:
[…] y a el
año siguiente, que se experimentó igual
necesidad formándose igual Procesión, estando ausente el referido
Don Pablo, a su restitución a esta población manifestó
displicencia a Don Miguel Ondeano su subdelegado, por que asintió a
que se hiciese: diciéndole, que semejantes funciones alborotaban al
Pueblo, y hacían subir los precios de los granos, mediante lo cual
no se han hecho más procesiones de rogativas […].
En
1780 se adquiere para la Imagen de la Purísima, una corona de plata
por un importe de 2816 reales y 7 maravedís, y en
septiembre del mismo año se adquieren
los materiales precisos para el policromado y estofado de la talla.
San Juan de la
Cruz
Hemos visto hasta aquí como se
desarrolló el culto a la Inmaculada Concepción, sostenido
principalmente por las autoridades y el Vicario. Si bien es cierto
que la Patrona gozó de cierta devoción durante los primeros años,
a medida que pasaba el tiempo la importancia de la misma fue
disminuyendo y una vez que cesa el fuero decae súbitamente, quedando
relegada prácticamente al olvido, salvo por la función que
anualmente costea el Ayuntamiento durante el siglo XIX (por ser
Patrona de La Carolina y de España) y alguna procesión de rogativa,
en unión de nuestro Patrón.
Esto ocurrió porque desde el
mismo instante de la fundación de La Carolina, la verdadera devoción
popular recaía en nuestro Santo Patrón San Juan de la Cruz. El
santo carmelita fue objeto de especial veneración ya en La
Peñuela, de la que era santo Patrón, y ese acendrado culto se
mantuvo en la recién creada población, a pesar de los
inconvenientes que Olavide puso para su libre ejercicio. Para conocer
más detalles de la devoción sanjuanista en la época fundacional,
acudamos de nuevo a la voz de los testigos presenciales, que nos
darán cumplida cuenta del mantenimiento de la antigua devoción a
San Juan de la Cruz en los primeros años de vida de nuestra ciudad,
centrada en nuestra ermita, ante el lienzo del Patrón (hasta 1784 no
se contaría con imagen en escultura del Santo).
La llegada a La Carolina de Fray
Romualdo Bauman, el 5 de mayo de 1770, supondrá un revulsivo para la
devoción sanjuanista, empresa en la que el fraile capuchino se
emplea con ahínco. Fray Romualdo conforma la Cofradía de San
Juan de la Cruz, en torno a 1773, que Olavide no autoriza y
suprime. Olavide trata de justificar su negativa, de forma muy
comedida, ante el Inquisidor General:
¿Y por qué dirá en particular de mí que soy su enemigo? No
puede tener otro pretexto que ciertas conversaciones de mesa cuando
quería establecer su Cofradía de San Juan de la Cruz. Pero no le
dije nada que no fuese conforme a nuestra Santa Creencia, y para
rectificar sus ideas falsas.
Sin embargo, temeroso de que este
asunto pudiera llegar a oídos del Santo Oficio, Olavide escribe a
Lanes Duval y señala lo que debe declarar en el caso de ser
interrogado. Resulta cuanto menos curioso considerar los argumentos
por los cuales se niega al establecimiento de la Hermandad de San
Juan de la Cruz, recordando las peregrinas razones por las que no
autorizó más procesiones de la Purísima por aquellos mismos años.
Quería Fray Romualdo
establecer Cofradías. Ya tenía fraguada una con nombre de San
Juan de la Cruz […] No estaba en mi mano erigir cofradías y
menos en las de Fray Romualdo, era necesario licencia del Rey, la
aprobación del señor Obispo de Jaén, y que hubiese necesidad de
semejante establecimiento, que en el estado actual podría ser muy
nocivo, inductivo de bandos y facciones en unos pobladores
extranjeros de distintos idiomas costumbres y usanzas que los
coligase entre sí, los apartase de nuestra lengua, conservasen
aversión a las costumbres españolas y se llevasen mal con los
colonos de nuestra nación.
Una vez producida esta negativa,
comienza entre ambos personajes una mal disimulada enemistad, ya que
el capuchino alemán encuentra en este asunto un eficaz medio para
socavar la figura del Superintendente.
Las primeras acusaciones de Fray
Romualdo hacia el Superintendente exponen el fundado temor de que
éste haga demoler la Ermita de San Juan de la Cruz:[...]
la única Capilla que desde antiguo ha habido en La Carolina, y ha
sido venerada con culto público, ya la hubiera arruinado sino lo
hubiese retraído el intento que muchas veces ha manifestado, el
temor del Santo Oficio de la Inquisición con que indirectamente ha
sido conminado por el Prefecto de las Misiones[...]
En iguales
términos se expresa dos meses después
[...]a mi ha amenazado destruir la Capilla, que todavía existe
dedicada a San Juan de la Cruz, para impedir, y acabar con la
devoción, que yo procuro conservar a aquel único santuario entre
mis feligreses[...]
Fray
Romualdo carga contra el Vicario, a quien considera un eficaz
colaborador de Olavide, carente de voluntad, supeditado a los deseos
del Superintendente: […] el mismo ha
ayudado a quitar la veneración debida a los Santos, quitando de la
iglesia unas señales de gracias recibidas, y puestas a las imágenes
de la Inmaculada Concepción, y de San Juan de la Cruz […] El mismo
tiene en su casa y a su uso una ventana de vidrios, cual ha quitado
de la Capilla pública de San Juan de la Cruz, como si fuera el más
digno de ella, y deja la dicha Capilla descubierta y expuesta a la
ruina, como ya por aquella falta padece daño, y escandaliza a la
gente[...]
Lanes Duval se defiende de las
graves acusaciones de Fray Romualdo, y escribe al Santo Oficio
pretextando lo siguiente:
[…]
En días de fiesta de diferentes Santos y Santas se han puesto y se
ponen al Altar las estampas del Santo del día; muchas Misas ha
celebrado el Padre teniendo delante de él y las que enviaba Doña
Francisca Lanzi mujer de Don Miguel Ondeano, de las cuales Misas
algunas se han cantado solemnemente sin ser día de precepto, tengo
bien presente las de Santa Teresa, de San
Juan de la Cruz, de San Francisco, de Santa Cecilia,
algunas de las cuales ha cantado el mismo Padre […]
Hay
en esta Población inmediato al Pueblo un Oratorio muy decente
dedicado a San Juan de la Cruz, en cuyo altar está una hermosa
pintura del Santo […] A todas las dichas santas Imágenes se
tributa el debido culto, a pesar de cuanto ha escrito y dice el Padre
Romualdo, que especialmente se había dedicado en decir en este
oratorio de San Juan de la Cruz, Misa todos los Viernes del Año, sin
que nadie ciertamente se lo estorbase y sólo me acuerdo haberle
dicho un día que faltaba a los ritos sagrados en hacer esconder diez
o doce velas, a cada una de sus misas rezadas en dicho oratorio, las
que sacaba de los colonos, en un tiempo que de la Iglesia Parroquial
se le ponían las dos necesarias, y quizá sentido de esta
reconvención justa, escribiría que había aquí oposición a que se
diesen oblaciones en honor de Dios y de los Santos[...]
Conviene aclarar que no es sólo
Fray Romualdo quien refiere estos hechos. Serán muchos los que
declararán el particular empeño que puso Olavide en suprimir el
culto a San Juan de la Cruz. Veamos algunos ejemplos:
Don Antonio
Henseler, presbítero capellán del regimiento suizo de Dunan,
declara que Olavide […] Puso particular
cuidado en reprobar, y suprimir el culto inveterado, y frecuente, que
había en uno de dichos pueblos a San Juan de la Cruz.
Antonio
Capmani, oficial de la contaduría general de correos, empleado en La
Carolina, explica […] Que le consta
por haberlo visto que puso gran cuidado dicho Olavide en reprobar y
suprimir el culto que había en La Carolina (antes La Peñuela) a San
Juan de la Cruz, y aun hizo cortar dos grandes pinos del tiempo de su
fundación
[…].
El testimonio de
Jerónimo de Guillenea, tesorero de las Nuevas Poblaciones, es de
gran valor, pues da noticia del culto practicado en la ermita desde
1767 hasta 1777: [...] sabe asimismo de
público y notorio, que el culto inveterado, a San Juan de la Cruz,
que había en esta Población, antes La Peñuela, lo suspendió
poniendo por algún tiempo en la Ermita de dicho Santo, que está
extramuros de esta Población, un sacerdote alemán, y habiendo éste
muerto en dicha ermita, no se ha vuelto a usar de ella, y sirve el
territorio a ella contiguo de camposanto para enterrar los difuntos,
y solamente en varias ocasiones durante su residencia en esta
Población del dicho Padre Fray Romualdo, éste regularmente los
Viernes del año, celebraba Misa en dicha ermita, haciendo le
llevasen ornamentos de la Iglesia Parroquial; para la que solía
citar, algunas devotas alemanas y españolas, o ellas mismas lo
solían pedir, y después de retirado el referido Padre, alguna otra
vez ha oído decir el que declara, ha ido a decir Misa en dicha
ermita, el Vicario de esta Población, y que desde que han venido a
ellas los dos curas Don Pedro Carrión y Don Francisco Merino, que
hará tiempo de un año el uno, y cinco, o séis meses el otro, ha
oído alguna que otra misa, que han celebrado en dicha ermita.
Don Francisco Coba, presbítero y
sacerdote en La Carolina apunta que [...] por lo que
respecta a el culto que se le da a San Juan de la Cruz subsiste en
el día por tener una capilla, o ermita separada del sitio donde se
celebran algunas misas, y muchas han sido por el que declara […].
Vicente Portichuelo,
fabricante de sedas en La Carolina nos dice que […]le
consta por todo el tiempo que ha estado en dicha Carolina que la
devoción a San Juan de la Cruz sigue sin decaecimiento, y que muchos
de los vecinos van con frecuencia, especialmente los viernes a la
ermita del Santo que dista de la Población menos de medio cuarto de
legua y mandan decir misas las que así el dicho Padre Fray Romualdo,
como otros eclesiásticos las dicen y la llave de dicha ermita se
franquea a cualquiera siempre que quiere mandar decir misa sin
distinción de días, y la puerta de la ermita tiene dos ventanitas
abiertas para que por ellas puedan rezarle al Santo sus devotos
aunque esté cerrada la puerta, a lo que también ha concurrido
varias veces el declarante pues se tiene por tradición que en el
sitio donde está la ermita vivió algún tiempo el Santo retirado.
La
esposa de Vicente Portichuelo, Doña Francisca de Hurtado declara en
similares términos a su marido, y añade que el
culto y devoción a San Juan de la Cruz no tiene decaecimiento alguno
en La Carolina, y que se frecuenta por los fieles su Capilla,
especialmente los viernes y que la declarante fue a visitarla muchas
veces con sus hijas y oyó misa en ella.
Finalmente
Olavide pasa desde La Carolina a la corte, siendo detenido por la
Inquisición, celebrándose el famoso autillo el 24 de noviembre de
1778 (festividad de San Juan de la Cruz). Será
tras la marcha del superintendente cuando la devoción de La Carolina
hacia el Padre del Carmelo se desarrolle con mayor libertad, y el
empuje de los devotos consiga la realización de dos grandes hitos,
signo inequívoco del fervor que siempre sintió nuestro pueblo por
su Patrón (la ampliación de la ermita y la nueva imagen).
Lanes
Duval escribe que en la ermita [...]
se venera una imagen pintura del Santo, al que se
profesa una singular devoción,
por los continuos prodigios que a intercesión de aquel como Patrono
de este territorio,
obra la Divina clemencia a favor de estos Pueblos […]. Pondera
la importancia de la devoción sanjuanista, no sólo en La Peñuela,
sino en nuestra comarca: La
advocación de San Juan de la Cruz que se dio a la referida ermita,
tuvo su motivo, a más de la singular
devoción que al Santo profesaban los Padres y los moradores de los
antiguos pueblos de la comarca,
en la residencia y conventualidad que en aquel primitivo monasterio
había tenido el Santo Patriarca.
La
poca capacidad de la ermita ante una devoción que la desborda
continuamente hace que en 1781 se piense en ampliarla. Para costear
las obras el vicario recoge limosnas que llegarán de los colonos y
de personajes ilustres: […]
a impulsos de la general
devoción de estos fieles,
y ofertas voluntarias de sus limosnas, a que todos contribuimos con
sumo gusto, y a que, por mi solicitud concurrieron con el nuevo
Intendente de estas Poblaciones Don Miguel Ondeano, en nombre del
Rey, sus Altezas reales el Príncipe y princesa de Asturias señores
nuestros, y la Serenísima Señora Doña María Josefa Infanta de
Castilla. El
propio Intendente Ondeano, al referirse a este hecho, explica a Don
Miguel de Múzquiz que se
venera a este santo en una antigua ermita que se extiende a expensas
de la devoción de los colonos.
Mientras la ermita
se amplía, la parroquia es objeto de una obra de ampliación. El
Obispo de Jaén, Don Agustín Rubín de Ceballos, repara en la falta
de imágenes (el vicario guardaba, retiradas del culto, las antiguas
imágenes del convento de La Peñuela). Para acompañar a la
Purísima, Patrona de la ciudad y titular de su Parroquia, ordena que
se realice una imagen de San Carlos, Patrón del Templo Parroquial,
en atención de haberse bendecido la Parroquia bajo su advocación y
no haber en ella imagen alguna del santo y que esta imagen sea
acompañada de otra de San Juan de la Cruz, Patrón de La Carolina
junto con la Inmaculada, con la idea de dejar el Altar Mayor
convenientemente adornado en la forma debida. Las imágenes,
ejecutadas por D. Manuel Adeba Pacheco, llegan en julio de 1784,
contando desde esa fecha nuestra parroquia con la imagen procesional
del Patrón de La Carolina, sin olvidar por ello el antiguo y
singular culto efectuado en la ermita al primitivo lienzo.
La
devoción a San Juan de la Cruz se irá fortaleciendo durante la
vigencia del fuero, a pesar de la promoción que hacen las
autoridades del patronazgo de la Inmaculada.
En 1800 el Intendente Carvajal pondrá a La Carolina, ante la
epidemia de fiebre amarilla, bajo la intercesión de sus santos
Patronos
[…]
librando ante
todas cosas su principal confianza sobre esto en la protección de la
Purísima Virgen María concebida en gracia celestial Patrona de
estas Colonias, y en la intercesión del glorioso San Juan de la Cruz
y de los santos Ángeles tutelares encomendados de su custodia y
amparo [...]
Nada más cesar el
fuero en 1835 el primer Ayuntamiento, una vez suprimida la
Intendencia, consigna entre sus gastos los 200 reales que a partir de
entonces aportará el municipio para contribuir a la festividad de
San Juan de la Cruz, pero este periodo lo dejaremos para un próximo
artículo.
Sirva este
exhaustivo repaso a través de nuestra historia para que valoremos el
inmenso tesoro devocional que hemos recibido y seamos conscientes de
su verdadera importancia y antigüedad, mayor a la de nuestro pueblo.
La Carolina tiene en San Juan de la Cruz y en su Hermandad decana, un
testigo fiel de lo que fuimos, un nexo vivo que nos une a nuestra
historia. Construyamos pues las páginas que habrán de añadirse en
el futuro a esta singular historia de amor de un pueblo a su patrono.
¡¡¡VIVA SAN
JUAN DE LA CRUZ!!!